¿OBTENDRÍA “YO” JUSTICIA?

DANTE AVARO (4 de julio de 2018)

En la política democrática el candidato que no divide al electorado no gana. En términos generales, pienso que es incorrecta la premisa que sostiene que en “campaña” hay que sumar. Sumar es multiplicar y el electorado no se multiplica se parte, es decir, se reparte. Sólo dividiendo se logra restar, es decir, quitarle al adversario. El problema que se plantea cada candidato es siempre el mismo: ¿Cuál es la partición que me permitirá ganar?

En estas elecciones todos los candidatos harán sus cálculos y apuestas, con mayor o menor éxito en los resultados. El enigma para cada candidato consiste en anticiparse al descubrir qué tema o asunto público generará la división más propicia a sus intereses. Supongo que uno de esos temas podría llegar a ser la inseguridad en términos de la percepción ciudadana de la falta o carencia de seguridad.

La cuestión de la inseguridad estará en boca de muchos candidatos, porque la ausencia de seguridad está presente en los diferentes públicos que conforman la opinión pública de nuestro país desde hace largos años. Antes que los candidatos comiencen a hablar sobre ese tema les extiendo una cordial invitación para que hagan el siguiente ejercicio mental que procederé a ofrecer a continuación.

Nuestra cultura occidental ha desarrollado el concepto moral de empatía, consistente en revelar la capacidad mental de ponerse en el lugar del otro frente a un acontecimiento particular. Entonces no hace falta que Usted pierda su trabajo para imaginarse la angustia que puede sufrir un conciudadano cuando la empresa en la que trabajaba ha cerrado. Usted cabalmente puede imaginarse la angustia, desazón, tristeza, desesperación, aturdimiento que debe sentir el cesanteado al no saber cómo le dará el sustento cotidiano a su familia. Dicho esto, vamos con el ejercicio.

Estimada persona candidata a puesto de elección popular: imagínese que vive en un barrio popular de cualquier ciudad del país, suponga que está en la puerta de la casa que alquila y que de pronto llegan unos individuos, lo golpean hasta dejarlo inconsciente, violan a su hija, matan a su mujer y a su hijo menor, además de robarle todas sus pertenencias. Tras recuperar el sentido y mientras espera a la policía Usted se pregunta: ¿Tendré justicia? ¿Recibiré justicia? ¿Obtendré justicia?

Estimada persona candidata a cargo de elección popular: si Usted hace uso de la empatía podrá sentir lo que ese conciudadano hipotético está pasando y puesto en su lugar tendrá que tener la honestidad de contestarse la siguiente pregunta: ¿Recibiré justicia?

Pero le pido más: honestidad y un plus de sinceridad al momento de pensar que es a Usted al que le pasa ese hipotético evento. Y así ubicado en la prefigurada situación Usted se pregunta: ¿Recibiré justicia? Enseguida analice que previsiblemente haya cambiado su comprensión al saber que ya no es otro al que le pasa este desafortunado evento, sino que es a Usted.

Este propuesto ejercicio imaginado viene a cuento porque en cierta ocasión el periodista francés Jean-Maurice de Montrémy preguntó a Paul Veyne si un romano pobre del siglo I obtendría, frente al mismo suceso sufrido por nuestro hipotético conciudadano, justicia. La respuesta del profesor Veyne fue contundente: un romano pobre requería un jefe que lo protegiera, de quién sería un cliente, o de una cuadrilla de amigos.

Si la persona candidata a ocupar cargos de elección popular pensó en llamar a sus contactos para obtener justicia, no está haciendo algo diferente al romano pobre del barrio populoso de Subura. Pero si además reconoce que su lista de contactos es más efectiva que las del hipotético conciudadano, tiene mucho sobre lo cual reflexionar y todo conduce a la misma cuestión: el Estado de Derecho y el acceso equitativo a la justicia.

Estimada persona candidata: piense en ello, quizá si lo piensa podrá ser honesta consigo misma. Pero más importante aún: piense qué va a hacer para fortalecer al Estado de Derecho en nuestro país.

A propósito, la entrevista a Veyne se publicó en un dossier especial de la revista L´Historie que llevó por título: “El Crimen. Jueces y asesinos por 5000 años”. Lo que nos lleva a pensar que no está en sus manos evitar los crímenes, pero que sí será su responsabilidad bregar y trabajar eficaz y competentemente por el acceso equitativo a la justicia. Si cree no estar a la altura de esa responsabilidad, por favor, no la asuma. Será algo bueno para Usted, pero mucho mejor para todos nosotros.

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