Antes de terminar una última reflexión para darle sentido al título. En los años ochenta del siglo pasado tuve un profesor de Historia bastante nacionalista, en realidad era, para decirlo sin medias tintas, redomadamente anti anglosajón. Para tener, como se suele decir en estos casos, la fiesta en paz y hacer que las cosas fueran más llevaderas inventé un chiste. En cierta ocasión le pregunté: ─ Si nos ubicamos en el puerto de Buenos Aires a principios del siglo XX ¿Cómo detectamos a un británico? No supo que responderme. Y le dije: ─ Muy simple, es el único al que los residentes de Buenos Aires le llevan las valijas. Tuve tanto éxito con el chascarrillo que me lo hizo repetir en más de una ocasión, mi mala fortuna en cierto modo benefició al resto de la clase. Mientras escribía esta breve nota me acorde de aquél chiste y creo que tiene mucha vigencia. Por unos cuantos swapschinos nuestra clase política le ha permitido a la República Popular China construir una fortaleza sin saber que harán, me refiero al predio ubicado en Neuquén y que se identifica bajo el nombre de Satellite Launch and Tracking Control General. ¿Señor, le llevo las valijas? No es sólo una pregunta, parece constituir una práctica que a nuestra clase política le resulta difícil cambiar.