CARAVANA MIGRANTE

DANTE AVARO (26 de noviembre de 2018)

La marcha de un gran contingente de personas desde San Pedro Sula (Honduras) hacia la frontera norte de la República Mexicana (Tijuana) se la conoce como “Caravana Migrante”. Esta caravana inicio hace unas semanas y recorrió más de 4 mil kilómetros. Desde un inicio la denominación de “caravana”, para describir el tránsito de personas desde Centroamérica hacia Estados Unidos, atrapó mi atención. El término caravana es de esas palabras simples, pero profundas. La palabra “caravana” es introducida a Europa por los cruzados y llega al español en préstamo del francés. En su uso habitual “caravana” describe una fila de personas o animales que se dirige hacia algún lugar, sin embargo, constituye, también, una manera de describir el asunto que para ir a algún lugar resulta necesario seguir (pisar) las huellas de otros que nos antecedieron en su andar hacia el mismo lugar al que vamos. Así, “caravana” tiene no sólo intencionalidad, sino destino, que se remacha una u otra vez siguiendo (pisando) las huellas que otros han dejado. Y esta Caravana Migrante no parece ser la excepción.

Mi interés por este fenómeno denominado Caravana Migrante está impulsado por dos preguntas. La primera, ¿se trata de un fenómeno o evento novedoso? ¿Es comparable con algún otro suceso regional acaecido en el pasado? ¿En qué sentido esta “caravana” constituye un evento diferente a otros contingentes migratorios del pasado? La segunda pregunta consiste en lo siguiente: ¿hay indicios que nos lleven a pensar en réplicas, incluso de mayor intensidad? Como no soy un especialista en estos temas decidí entrevistar a cuatro colegas que trabajan profesionalmente sobre estos asuntos, obteniendo reflexiones desde perspectivas muy variadas. Advierto a la persona lectora que las preguntas no parecen tener una respuesta contundente o categórica, entre otras cosas, quizá porque probablemente no sean la manera más pertinente e inteligente de asir este asunto. Sin embargo, las aproximaciones a esas preguntas son, intuyo, muy valiosas y por esa razón he decidido compartirlas aquí.

Se estima que cada año salen de Honduras entre 80-100 mil personas con la intención de cruzar la frontera e internarse en suelo estadounidense. Cuando la Caravana Migrante llega a México, a través del paso fronterizo compartido con Guatemala, se calcula que la caravana estaba conformada por entre 4 o 5 mil personas. Seguramente, la caravana ya no sólo estaba constituida por ciudadanos hondureños, otros ciudadanos centroamericanos se habían sumado a ella. A partir de este evento no se puede inferir que el total de la migración anual haya cambiado, lo que sí se puede afirmar es que se alteró el flujo por goteo. Una sola caravana concentró, al menos, el 6% de todo el flujo migratorio de un año. Así que lo que podría usarse para distinguir la Caravana Migrante de las otras caravanas es el tamaño. La cuestión de emigrar bajo la modalidad de “caravana”, a diferencia de la migración individual o por unidad familiar, no es contradictoria con la descripción de “goteo”. Los flujos migratorios por goteo describen caravanas de tamaño reducido. Toda caravana migratoria puede describirse como una organización que tiene un fin específico (intereses compartidos), disponibilidad de recursos, participación en la diseminación y circulación de información y, por último, un tamaño (cantidad de miembros) que, en función de los intereses perseguidos y las experiencias compartidas, podría variar para asegurar la eficacia de la empresa perseguida. De esta forma lo que tienen en común las caravanas migrantes es: intereses, cantidad de miembros (número), recursos e información. Dicho esto: ¿en qué sentido podemos pensar que la Caravana Migrante es un fenómeno novedoso? Expresado de una manera un tanto más arriesgada: ¿qué elementos han podido influir para una variación en el tamaño?

GRÁFICO 1: Deterioro de la calidad de la democracia. The Bertelsmann Stiftung’s Transformation Index (BTI)

Comparación entre Honduras (línea color azul) y Guatemala (línea color rojo). Años: 2006, 2010, 2014, 2018. Fuente: capturas de pantallas del Atlas BTI. Disponible en: https://www.bti-project.org/en/data/atlas/

A partir de las entrevistas realizadas he podido identificar dos tendencias estructurales que sirven para describir y contextualizar las variaciones en el tamaño, aunque parecen, por sí mismas, insuficientes para explicar el evento denominado Caravana Migrante.

La primera tendencia es el deterioro persistente de la calidad democrática en Honduras (ver Gráfico 1). Un sistemático retroceso en la calidad de la democracia aunado a una percepción generalizada, entre los públicos ciudadanos hondureños, sobre la perpetración de fraude electoral en las últimas elecciones presidenciales ha llevado a un retroceso en el apoyo a la democracia. Según Latinobarómetro (2017) sólo un 34% de los encuestados manifiestan un claro apoyo a la democracia. Además, mientras en países vecinos (p.e. Guatemala) iniciativas tendientes a la promoción de la democracia tienen éxito, en Honduras, en cambio, el establecimiento de la Misión de Apoyo contra la Corrupción y la Impunidad en Honduras (MACCIH), adscrita a la Organización de los Estados Americanos, enfrenta serias dificultades.

La otra tendencia tiene que ver con un aprendizaje político-organizacional entorno a la desaparición y violación sistemática de los derechos humanos de migrantes en su tránsito hacia la frontera estadounidense. Durante estos días los medios de comunicación prestaron especial atención a la Caravana Migrante proveniente de Honduras (fundamentalmente) que llegó finalmente a la ciudad de Tijuana. Lo que es un poco menos difundido es que esta Caravana Migrante coincidió con la Decimocuarta Caravana de Madres Centroamericanas que se llevó a cabo en la Ciudad de México entre los días 23 de octubre y 7 de noviembre de este año. Desde hace varios años madres y familiares de migrantes desaparecidos realizan el mismo recorrido reclamando por verdad y justicia. La demanda de verdad y justicia no sólo es una demanda para conocer dónde están los migrantes desaparecidos, sino sobre las violaciones a los derechos humanos que han padecido en manos de narcotraficantes, crimen organizado y fuerzas de seguridad. Así, el aprendizaje político y el organizacional parece indicar o recomendar que el tamaño de la caravana es un factor de peso para proteger a los migrantes de los infortunios a los que se enfrentan en general, al accionar de crimen organizado en particular, además de los abusos por parte de las autoridades a los que son sometidos durante su travesía.

Aunque las dos tendencias no pueden explicar el fenómeno Caravana Migrante, si permiten reconstruir un marco histórico donde aquella se inserta y posibilita una interpretación posible. La Caravana Migrante es un fenómeno social organizado pero espontáneo, que transmite un mensaje a tres interlocutores: al Gobierno hondureño, a los públicos estadounidenses y mexicano. Un claro mensaje al actual presidente Juan Orlando Hernández: la Caravana podría interpretarse como una muestra de desafección a las políticas de la administración actual. Por otra parte, el mensaje es a las autoridades de los Estados Unidos instándolos a mantener un mayor compromiso con la promoción y apoyo democrático a Honduras en particular y a la región centroamericana en general. Finalmente, al Gobierno mexicano “invitándolos” a respetar los derechos humanos de los migrantes que cruzan su territorio. Recorrer más de 4 mil kilómetros diseminando este mensaje no sólo resulta imposible de ocultar, sino que además cualquier intento de aislarlo de la vida pública resulta fútil.

Decir que el fenómeno Caravana Migrante es el resultado de una incipiente acción colectiva no me parece muy desacertado, pero también es cierto que es una agrupación desorganizada donde prima todo tipo de privaciones y carencias. Una comparación puede ser útil para contextualizar este asunto. Hace aproximadamente dos años llegó a Tijuana un grupo importante, aunque bastante más reducido, de ciudadanos haitianos (fundamentalmente provenientes de Brasil). Su intención era pedir asilo en Estado Unidos. Muy pocos pudieron cruzar, el grueso del grupo de ciudadanos haitianos permanece en Tijuana. Lentamente se están integrando en los circuitos productivos, educativos y culturales. Una diferencia sustancial entre éstos y la Caravana Migrante es que la internación y permanencia en territorio mexicano estuvo documentada, además se observó entre los ciudadanos haitianos un conocimiento suficiente de los trámites migratorios lo que ha facilitado su regularización migratoria ante la autoridad mexicana competente en esa materia. Una variable crucial para entender los procesos migratorios consiste en observar si los migrantes tienen o carecen de una estrategia fundada y respaldada de manera documentada. En el caso de la Caravana Migrante los especialistas coinciden en que prima la desesperación, el miedo y un horizonte de esperanza que por ahora sólo se visualiza desde la barda fronteriza y que la border patrol aleja constantemente (ver Gráfico 2).

El 1 de diciembre asume la presidencia de los Estados Unidos Mexicanos el señor Andrés Manuel López Obrador. En este escenario la Caravana Migrante sucede cuando el presidente Peña Nieto está preparando la entrega de la administración y el presidente electo está marcando la agenda pública de su próximo mandato. Para un gobierno que concluye su sexenio sospechado de una monumental corrupción y con resultados pocos alentadores en términos de mejora en el respeto por derechos humanos, lo más apropiado a sus intereses consistió en no involucrarse demasiado con la Caravana Migratoria. Por otra parte, los especialistas consultados indican que no hay ningún indicio que nos conduzca a pensar que el próximo sexenio tenga intenciones e interés en formular una política migratoria diferente a la que se viene llevando a cabo. Mientras tanto la Caravana Migrante está en Tijuana. Están ahí a la espera que algo suceda, mientras son asistidos por los ciudadanos anfitriones, pero también observados por ellos. ¿Están de paso? ¿Por cuánto tiempo? ¿Qué harán mientras tanto? Se observan a sí mismos, mientras son observados.

GRÁFICO 2: PERCEPCIÓN DE LOS HONDUREÑOS SOBRE LA RESPONSABILIDAD DE LOS PAÍSES RICOS FRENTE A LOS MIGRANTES

Fuente: Elaboración propia en base a la pregunta formulada por Latinobarómetro: “Los países ricos tienen la responsabilidad de aceptar a inmigrantes de países pobres”. Al menos de acuerdo incluye las respuesta “muy de acuerdo” y “de acuerdo”. En desacuerdo incluye las respuestas “en desacuerdo” y “muy en desacuerdo”.

Tijuana es una sociedad abierta, cosmopolita y fluida. Todo en ella se mueve, nació para moverse. Sin embargo, me ha llamado la atención que la semana pasada, a raíz de una pequeña escaramuza entre vecinos de Playas de Tijuana y miembros de la Caravana, se haya desatado una especie de acalorada discusión pública desarrollada, fundamentalmente, en redes sociales como Facebook y Twitter. Dicha discusión, en una lectura apresurada, podría enraizarse en discursos racistas y xenófobos latentes, que los hay, pero también deja entrever una preocupación legítima: la alteración de la vida cotidiana. Y resulta necesario remarcar que la vida cotidiana del tijuanense promedio es moverse a través de la frontera más transitada del mundo. Por ahora, entre los públicos ciudadanos de Tijuana, hay un malestar latente que se funda en el temor a que el cruce fronterizo se vuelva más complejo. Para una sociedad en donde la aplicación preferida en el teléfono celular es el tiempo de espera para “cruzar al otro lado”, resulta entendible que muchos actores quieran obtener rédito político de este suceso. Si las cosas se ponen más complicadas el Gobierno Federal tiene a su disposición herramientas políticas y presupuestales para atender este asunto mediante negociaciones tanto con el Gobierno de Baja California como con el Ayuntamiento de Tijuana. En términos presupuestales y estadísticos la Caravana Migrante no parece generar consecuencias que lleven al Gobierno mexicano a cambiar su política migratoria, sin embargo, en términos individuales para los migrantes es una tragedia, su tragedia, pero también la nuestra.

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