Pero al emprender tamaño ejercicio intelectual podemos quedar atrapados en dos laberintos. Primero: resulta tentador fantasear que, cuando esto pase, será el tiempo de una humanidad mejorada, pero es necesario establecer qué razones de peso justificarían que esto suceda; de lo contrario, estaríamos caminando a tientas. Segundo: podríamos, más amargamente, advertir el futuro a partir de una extrapolación del pasado reciente. Pero si no somos capaces de establecer con claridad qué creencias, prácticas y reglas han cambiado y nos han cambiado durante esta crisis, tampoco encontraremos sensatez.