Así pues, se observa que entre empresarios y ciudadanos se abre una brecha perceptiva y cognitiva sobre cuándo llegará el mañana. Los empresarios, y dirigentes en general, perciben que ya están viviendo el futuro de la robotización; los ciudadanos latinoamericanos, en cambio, creen que hay mucho tiempo por delante. Esta brecha coloca a los políticos latinoamericanos en una encrucijada: si se ponen del lado de los empresarios, y aplican políticas que favorezcan la implementación de IA en el trabajo, posiblemente pierdan elecciones: sólo un 7,4% de los latinoamericanos encuestados está de acuerdo en reemplazar a humanos por robots por cuestiones de costos y productividad, y la mitad está de acuerdo en ponerle límites a la sustitución de humanos por robots, aunque éstos resulten más eficientes.